05 febrero, 2018

Movember Food & Rock: Derroche de rock, watios y actitud en Santander

Escribo esta crónica sorprendido en primer lugar por las críticas que han aparecido en varios medios calificando el sonido del evento como pésimo. Francamente no sé si hemos estado en el mismo recinto o es que mi ubicación era privilegiada, y no detecté más que algún que otro acople en momentos de la actuación de The Primitives el sábado de madrugada, y que achaco más al brío de su vocalista Tracy Tracy que a problemas técnicos. Hay que tener en cuenta que es un Palacio de Deportes no de Festivales, y además la sonoridad de un recinto cerrado no es la misma que la de un estadio al aire libre por ejemplo, pero me reitero en el hecho de que sonaron francamente bien, especialmente Ramoncín, Rosendo y Loquillo la noche del viernes, y que, para nada, hay que destacar como fracaso el sonido del festival.
 
Aclarado este tema, pasamos a los hechos. La noche del 10 de noviembre prometía y cumplió. Un Ramoncín, que parece que ha hecho un pacto con el diablo y por el que no pasan los años, comenzó la dosis de rock que los más madrugadores esperábamos. No faltaron ni “litros de alcohol”, ni “límites”, ni “susurros”, y todos sus grandes temas fueron coreados por un público cuya media de edad pasaba la cuarentena con facilidad. Si alguien tenía alguna duda de la solvencia de Ramón en el escenario, de su voz, su actitud rockera y su buena forma, se le quitaron todas. Prácticamente tocó temas de todos sus trabajos, desde los más clásicos a los más recientes pero sin bajar el pistón en ningún momento. Al comienzo del concierto nos avisó que “iba a hablar poco porque no tenía mucho tiempo y quería tocar el máximo de canciones posibles”. Una actitud que se agradece ya que, como lamentablemente se confirmaría más tarde, el tiempo que tenía adjudicado era, efectivamente, muy corto. Esperemos que no tarde en volver por estas tierras y nos regale un bolo de los suyos de esos que llegan a las 3 horas.
 
Pasar de Ramoncín a Rosendo fue una transición poco trasgresora. No hace falta precalentamiento para disfrutar de la magia en escena del madrileño pero en este caso el personal estaba más que lleno de rock en sus venas y quería más. Y se lo dio. Y vaya si lo dio. “Masculino singular”, “Pan de Higo”, “Maneras de Vivir”, “Flojos de pantalón” o el inevitable “Agradecido” fueron coreados por todo el Palacio de Deportes. Me comentaba un compañero de conciertos que Rosendo desprende un aura en el escenario que lo hace único. Y es cierto.
El trio de ases de la noche se completaba con nada menos que Loquillo y, como hemos podido comprobar ya en numerosas ocasiones, nunca defrauda en sus actuaciones y, por muchas veces que le hayas podido ver, aún con el mismo repertorio, cada una de ella es única.  Un auténtico lujazo poder disfrutar del Loco en distancias cortas y poder gozar con su pose y su presencia escénica. Si además resucita temas como la injustamente maltratada “La mataré”, “Esto no es Hawaii”, “Rock´n´Roll Star”, “Feo, fuerte y formal”, “Quiero un camión”, “El ritmo del garaje”, “Cadillac solitario”, “Besos robados”, “El rompeolas”… y se da un baño de masas con el público al son de “Carne para Linda”, ¿Qué más se puede pedir? Más de dos horas de concierto dieron para mucho pero se hicieron cortas. Como siempre.
La noche del viernes finalizó con los Achtung Babies, banda tributo a U2, que cumplieron como ya demostraron hace un par de años en la sala Escenario Santander, aunque con un aforo más reducido que en los conciertos previos.
 
El sábado 11 de noviembre arrancó con Avalanch, la mítica superbanda española de metal, que rescataron su disco “El Ángel Caído” para deleite de los que íbamos acercándonos al Palacio de Deportes a por nuestra segunda tanda de rock´n´roll. Sonaron “Tierra de nadie”, “Delirios de grandeza” o “Las ruinas del Edén” del citado disco, tras el cual comenzó un set acústico entre Alberto Rionda e Isra, destacando “Vientos del Sur”. Al finalizar éste, comenzó un set más eléctrico incluyendo entre otros “Alas de Cristal” y “Torquemada”.
La jornada continuó con los suecos Europe que decepcionaron en parte a sus seguidores pues, tras más de dos horas de show, prácticamente no habían tocado ningún tema “clásico”. Sonaron, eso sí, “Rock the night”, “Superstitious” o “Cherokee” pero nos quedamos con ganas de sacar los mecheros y disfrutar de su power balada ochentera “Carrie” por ejemplo. “The final countdown” puso el broche de oro perfecto a una actuación correcta, y con la que aprovecharon para presentar varios temas de su último largo “Walk the Earth”.
Habría que esperar a los británicos The Primitives para que Tracy Tracy encendiera al personal al ritmo de sus descargas power pop. Con un público menos nutrido que el que se agolpaba en el exterior para reponer fuerzas en las food trucks, dieron lo mejor de sí y lucharon contra los acoples de sonido en varias ocasiones, lo que no restó fuerza a su directo.  Sonaron, por supuesto, sus dos clásicos “Way behind me” y “Crush”, esta última coreada por todos los que aún tenían fuerzas a esas horas, y se fueron sin dar propinas, quizás un poco decepcionados al ver la estampida post-Europe. Comprensible.       
Esperemos que se repitan más iniciativas como esta más a menudo pues ha quedado demostrado que son respaldadas sobradamente.     



Lo mejor: 
  • El concepto de festival temático rock + food trucks.
  • La noche de viernes y su trío de ases nacional.                               
Lo peor:
  • Habría que reforzar la zona de food trucks para evitar colas a horas punta y aumentar la oferta gastronómica.
  • Europe sin “Carrie” no son Europe 100%. Muy mal Joey Tempest…

















Juan Perro + Kiko Veneno: Doble cita y doble placer


Este pasado sábado 11 de Noviembre tuvimos la suerte de poder ver a dos grandes de la música española, Juan Perro y Kiko Veneno. Dos mundos dispares y dos formas de entender la música. Por un lado pudimos paladear la poesía y la calma que transmite Santiago Auserón y por otro rematamos la noche bailando las rumbas del de Figueras hasta no poder más. Lleno absoluto y goce absoluto en la sala Escenario Santander.
Como ya anticipábamos, pudimos disfrutar de la música de Radio Futura para rematar la primera cita de la noche. En este caso la elegida fue “La estatua del Jardín Botánico”, clásico indiscutible de la movida madrileña y que fue coreada por toda la sala. El mañico nos estuvo además deleitando cada tema con pequeñas anécdotas acerca de su origen o de experiencias pasadas.  Todo ello con mucho humor y mucha complicidad.
Coreados fueron también los temas de Kiko Veneno, “Lobo López”, “Volando voy”, “Echo de menos”, “En un Mercedes blanco”, “Memphis Blues again”… no faltó ninguna esa noche. Desde el minuto uno la gente se puso el chip de fiesta y sacó las palmas de paseo.
En ambos casos hay que destacar los músicos de apoyo. Clarinete/saxo más guitarra en el caso de Santiago (el formato trío que llevó Juan Perro hizo levantarse al personal a aplaudir en numerosas ocasiones) y hasta siete músicos en el caso de Kiko. Todos ellos derrocharon solvencia y profesión a chorros. Esperemos que no haya que volver a esperar mucho para que estos dos grandes de la escena musical vuelvan a juntarse.
Lo mejor: Poder disfrutar en la misma noche de dos conciertos íntegros tan distintos y, a la vez, tan complementarios.
Lo peor: La falta de educación de lo que parecían fans de Kiko Veneno que no respetaron el silencio que requería la actuación previa de Juan Perro y a los que el propio artista tuvo que “reprender” con mucho cariño, mucha clase y muy fina ironía en varias ocasiones. Para quitarse el sombrero Santiago!




Toreros Muertos: Crónica de un desconcierto anunciado

Es complicado calificar a los chicos de Pablo Carbonell dentro de cualquier corriente música al uso. Posiblemente porque lo suyo no se ciñe exclusivamente a lo musical. En sus shows hay humor, mucho humor, mucha crítica social, mucho desparrame y mucho de todo. Más es más y mucho más es aún mejor. Es la celebración de lo exagerado y de la fiesta. Es complicidad con el público pero también provocación muy estudiada.
El pasado 30 de septiembre en Santander pudimos dar cuenta de ello. La excusa era la celebración del 30 aniversario de su primer disco llamado precisamente así, “30 años de éxitos”, y de su primer largo pudimos oír prácticamente todo, desde sus singles “Yo no me llamo Javier” o “Mi agüita amarilla”, a otros ya clásicos como “Hoy es domingo”, “Twist´as loca”, “Soy un animal”, “DNI”, “Bum Bum 1789” o el homónimo “Los Toreros Muertos”. Dos horas de concierto, con tres bises, en los que además pudimos disfrutar en directo de más clásicos como “Manolito”, “Falangista”, “Tu madre tiene bigote” o versiones de Krahe como la celebrada por el público “No todo va a ser follar” que llegaron a interpretar hasta en dos momentos del concierto.
Uno de los momentos más divertidos del show fue precisamente cuando a mitad de “Mi agüita amarilla” encadenaron canciones con más o menos relación con la lluvia como el “Raindrops keep falling on my head” de B.J. Thomas, el “Singin´ in the rain” de Gene Kelly, el “It´s raining man” de las Pointer Sisters, el “It´s raining again” de Supertramp, el “Ojalá que llueva café” de Juan Luis Guerra y 4.40 o incluso la tradicional “El patio de mi casa”.
Pablo Carbonell es un monstruo en la escena y da igual que interprete, que cante o que haga ambas cosas. El escenario no tiene secretos para él y lo mismo te imita a Miguel Bosé que saca como Mary Poppins de un bolso todo tipo de artilugios sonoros para acompañarle. La banda no tiene que hacer mucho más.
Al final del concierto pedía por favor que le dejáramos marchar pues al mediodía del día siguiente tenía que actuar en Sevilla como cierre de un maratón solidario por la Salud Mental y es que después de dos horas sin parar no se puede pedir más.
Para la historia de la sala sus palabras de despedida antes de enseñarnos a todos el trasero: “¡55 años!...¡Y me he metido de todo!”. Genio y figura señores.

Enrique Iglesias: Porqué pasó lo que pasó

Tomando prestado el título de la crónica de Los Chunguitos (nada más acertado para definir algo tan “chungo”), me gustaría dar un poco de luz a las ideas, los rumores y los comentarios que, sobre el concierto que dio el pasado sábado en Santander, se han ido recogiendo en los distintos medios.  Ante todo, me pese o no me pese, aclarar que yo estuve ahí y no me han influido para nada las distintas opiniones, ya que lo viví en primera persona y tengo una idea muy clara.
El principio del fin de este, vamos a llamarlo a partir de ahora “concierto”, fue pretender equipararlo a otros de grandes artistas que habían pasado anteriormente por esta región como Springsteen, Jarre, Scorpions, Sting o Joe Cocker. Nada más lejos. Un “concierto” de Enrique Iglesias, y las 30.000 almas que allí acudieron debían de conocer, es un espectáculo de pirotecnia carísima a mayor gloria de un producto prefabricado por unos compositores y productores dedicados a fabricar hits de efímera duración pero de impacto planetario. Es un negocio tan respetable como otro cualquiera, y Madonna y Britney pueden dar fe de ello entre tantos y tantas otros, pero simplemente hay que ir preparado a lo que te vas a encontrar. Es indecente salir de un “concierto” de Enrique Iglesias y empezar a vociferar que te devuelvan el importe de la entrada porque “ha hecho playback” o “apenas acababa las estrofas”. Es lo que hay señores. Desde sus comienzos se ha podido ir comprobando como este producto diseñado por una multinacional no destacaba ni por su voz ni por su talento, así que es tarde ya para lamentarse.
No obstante, me gustaría aclarar lo que pude constatar dentro del recinto. Tras media hora larga de retraso (los divos es lo que tienen o lo que se creen que deben de tener) comenzó un show que a nivel técnico y visual es irreprochable. El dinero es lo que tiene. Enrique Iglesias puede permitirse unos músicos de primera fila y unas vocalistas de apoyo que le hagan todo el trabajo en la retaguardia mientras él se dedica a correr de lado a lado del escenario y lucir bien en las fotos de primer plano de los incautos que se dejaron los cuartos en el Golden Line. Te podrá gustar más o menos, pero es incuestionable que la gente pagó por ver un espectáculo de primera línea y lo tuvo. Vaya si lo tuvo.
Los problemas empezaron a la hora de finalizar el show. Hasta ese momento no se habían oído ni silbidos ni reproches de ningún tipo. Como mucho se comentaba entre filas el “alegrón” que llevaba encima y cómo le daba con el morro a la botella mientras servía chupitos a músicos y público cercano. Hasta ahí la fiesta. Pero lo que no puede permitirse un artista, y me da igual que se apellide Iglesias que Springsteen, es abandonar un escenario sin decir un “adiós” o un “gracias” a todos sus fans, más si cabe si no ha llegado a la hora y media de concierto, quedan temas por tocar según el setlist que se filtró horas antes y no ha habido un solo “bis”.
Enrique, amigo: en los Estados Unidos de Trump igual no se lleva darle al público un poco más de fiesta y hacer el amago de acabar pero volver a salir y rematar la faena, pero aquí, en España, y deberías de saberlo tanto como alardeas de ser tan español como el rioja, la gente lo espera y no puedes pretender largarte a la “francesa” a diez escasos temas del comienzo y que eso no repercuta como ha repercutido. En una cosa acertaba el inefable Revilla, este concierto iba a poner a Cantabria en el mapa. Y vaya si lo ha puesto.
Lo mejor:
  • Ver el estadio del Sardinero a reventar haciendo la ola antes del concierto.
  • La pantalla de video tamaño King Kong size, que no desmerecía en absoluto con la que llevaba Queen con Paul Rodgers en su gira “Cosmic Rocks”, por decir una bien grande.
  • Ver como el benjamín Iglesias se pegaba unos buenos lingotazos con el respetable sin inmutarse.

Lo peor:
  • Que se marchara a la francesa sin presentar a la banda, que encima le hizo todo el trabajo sucio, y sin dar ni las gracias.
  • Que no cantara “Experiencia Religiosa” para oír a todo el estadio del Racing haciendo el canelo al mismo tiempo.
  • Que no saliera Tamara Falcó en la ronda de chupitos.

Santander Music Festival: Así lo hemos vivido.

Para hablar del Santander Music Festival hay que empezar aclarando que no es un festival al uso como pueden ser el FIB, el Mad o el BBK por citar alguno. Es algo mucho más pequeño en espacio pero no por ello menor en calidad en su oferta. De hecho ha ido evolucionando a lo largo de los años desde los tiempos del Summer Festival, con cabezas de cartel como Black Eyed Peas, The Prodigy o Pet Shop Boys, a un festival centrado en la escena indie y electrónica básicamente. Eso es uno de los mayores atractivos de su oferta, mención aparte de su ubicación en el recinto del Palacio de la Magdalena, rodeado de playas y vegetación a todo su alrededor. Tampoco es un festival limitado a un espacio como la campa de la Magdalena pues, en estos días, hemos podido disfrutar de las llamadas “sesiones vermú” repartidas en escenarios por toda la ciudad y playas con mención especial a la que nos brindó Bigott, de los que hubiesen merecido un escenario como el de la campa para ellos solos. Esperamos su vuelta pronto.
En cuanto a lo que pudimos disfrutar este año, comenzamos poco a poco y muy íntimamente con M Ward y su blues-folk, sólo él con su guitarra, demostrando que no necesita más para ganarse al respetable. Clásicos versionados (se atrevió hasta con un tema de Bowie irreconocible) y temas propios, desde su ya lejano debut en 1999 con “Duet for Guitars #2” hasta su más reciente “More rain” del año pasado, que fueron dando la bienvenida a la gente a la campa.
Tras la calma llegó la tormenta, en este caso a cargo de los paisanos DelTonos que cumplieron con lo que prometían, una lección de rock y un sonido que ya quisieran algunas bandas supuestamente más “grandes” y que nos han visitado recientemente, caso de los HIM sin ir más lejos. “Magia”, “Miedo”, “Sur”… No hubo tiempos muertos para ir a la barra a repostar. Unos fenómenos y el Sr. Macaya cada día más grande, con permiso de sus compañeros.
Y llegó el parraque colectivo. Sidonie saben lo que gusta y cómo darlo. Y lo dan todo. Por muchas veces que los hayas visto en directo no dejas de disfrutar con cada bolo que hacen. Empezando por el “Os queremos” de su último largo (“El peor grupo del mundo”) y acabando por el “Estáis aquí”, fueron encadenando 14 temas (que resultaron muy pocos) como “Sierra y Canadá”, “El bosque”, “Carreteras infinitas” o “El incendio”. Marc Ros tuvo ocasión de montarse a caballito de un fan y acabar casi en las últimas filas del recinto al tiempo que iba pasando el micro a todo el que se le acercaba. El final, como se esperaba, acabó en una fiesta kitsch al ritmo del “Me colé en una fiesta” de Mecano con topless generalizado de la banda. Muchas bandas de este país deberían de aprender de la cercanía de estos tres catalanes con el público.
Tras la fiesta ochentera y mecanera, los británicos Nothing But Thieves presentaron sus nuevos temas, como “Amsterdam” y “Sorry”, así como de su único disco hasta el momento, el homónimo del 2015. Su líder, Conor Manson, nos dio una lección de voz de las que quedan en el recuerdo. Banda a tener muy en cuenta en próximas citas. Aún tengo esas guitarras marcadas a fuego en mi cabeza.
Roosevelt, la banda de cierre de esta primera jornada, se presentaron cual salidos de “La Naranja Mecánica” de Kubrick para darnos un baño de dance y electro de los que se agradecen a esas horas. No defraudaron para nada las expectativas que habíamos puesto en ellos aunque su hándicap fue el tener que arrastrar el retraso de las bandas anteriores. Esto les perjudicó en su tiempo programado, y a las 4:30 en punto se marcaron un “Enrique Iglesias” que nos dejó a todos con la miel en los labios. Cuando estábamos ya eufóricos tras oir temazos como “Fever”, “Moving on” o “Wait up”, se fueron las luces y comenzó el regreso a cada casa/hotel/tienda de campaña para coger fuerzas con vistas al viernes.
El viernes no desmerecería en absoluto la jornada anterior gracias sobre todo a la presencia de Los Planetas. Casi dos horas de espectáculo que comenzaron de forma un poco lenta para los no iniciados en la discografía del grupo, y es que abrir con temas como “Islamabad”, de su último trabajo, quizás no fuera lo más acertado para levantar al personal, aunque, eso sí, a la media hora del concierto, éste remontó bastante gracias a clásicos como “Parte de lo que me debes” o “Un buen día”, que agradecimos que volvieran a incluir en su setlist después de mucho tiempo sin disfrutarla en directo. Se hizo algo extraño, y bastante mosqueante para los de las últimas filas, que por las pantallas de video gigantes no aparecieran imágenes del grupo en directo sino videoclips de imágenes oníricas acompañando la música, y es que también apetece ver a tu grupo favorito, aunque sea en pantalla, de vez en cuando. A Los Planetas o los amas o los odias, no hay término medio. En esta ocasión se oyó en la campa de todo aunque las voces de sus auténticos fans ahogaron a los que gritaban: ”¡Me duermo!” sin ningún conocimiento de causa.
Antes de Los Planetas los chicos de Triángulo de Amor Bizarro, con Isabel a la cabeza, fueron sobre todo presentando los temas de su último y laureado largo “Salve Discordia” de los que “Barca quemada” y sobre todo “Baila Sumeria” fueron los más celebrados. Como ya anticipamos, TDAB son una apisonadora en directo y sus descargas hicieron brincar a la campa al completo.
También pudimos disfrutar del directo de Shinova y francamente os digo que no me extrañaría verlos en unos años de cabeza de cartel de algún festival, o al menos entre los cabezas. La solvencia de Gabriel de la Rosa en vivo es innegable. Quizás no son muy conocidos sus temas pero dadles tiempo. De momento este verano se lo están currando en todo festival que se precie. The Vaccines era otra de las visitas esperadas del día y tuvieron un concierto irregular. Buen arranque, tiempo medio tedioso y final apoteósico. “If you wanna” consiguió levantar a toda la campa como se presuponía.
Delorean fue otro pinchazo del día a mi parecer. El rumbo que está tomando esta banda en los últimos años poco o nada tiene que ver con sus comienzos y más pienso que les está haciendo perder adeptos que ganar un nuevo mercado. Aún no es tarde para cambiar el rumbo.
Y llegamos a la jornada del sábado y llegamos a la lluvia como buen festival del norte que se precie debe de soportar. Bajo un “calabobos” que no presagiaba nada bueno, saltó al ruedo Anni B Sweet para darnos una lección de buen hacer y para acallar las bocas de aquellos que dicen que no es una artista para escenarios grandes sino para salas pequeñas o teatros. Aparte ya de sus temas más conocidos como “At last”, “Chasing Illusions”, “Getting Older” o “Ridiculous Games” se marcó una versión del “White Rabbit” de los Jefferson Airplane que me hizo olvidar el Pad Thai y las Gyozas que me estaba cenando y de la lluvia que empezaba a caer cada vez más fuerte. Bravo por su buen gusto a la hora de escoger versiones en vivo.
El “calabobos” cada vez era más un “chaparrón en toda regla” pero eso no impidió a Lori Meyers ofrecernos el, para mi gusto, mejor concierto de los tres días en cuestión de sonido y de visuales. Tuvieron algún que otro chascarrillo con el personal a cuenta de la lluvia incesante, especialmente en el tema “Cuando brilla el sol” (ejem), y dieron un buen repaso a su carrera, sin faltar “Mi realidad”, “El tiempo pasará”, “Luces de Neón”, “Emborracharme” o el delirio final con “¿Aha han vuelto?”, junto a temas de su último trabajo “En la Espiral”, que quizás no se ha recibido como se esperaba pero que atesora joyas como “Evolución”.
Belako, a continuación, se aprovecharon del subidón que habían dejado los Meyers entre el público y supieron aprovecharlo. Les ha visto ya en un par de ocasiones y no defraudan nunca en directo. La gente estuvo a la altura y se quitó los ponchos para la lluvia de los chinos, en una pequeña tregua que pareció darnos Urano, y brincó todo lo que pudo sobre la abundante colección de mini piscinas que se iban formando en la campa a medida que avanzaba la noche.
Finalmente, Guille Milkyway y su banda La Casa Azul tomaron la Magdalena por las orejas y espabilaron al personal que aún no se había decidido a bailar a conciencia. Comenzando por su reciente “Podría ser peor” que no “podía ser mejor” y siguiendo por el clásico “Chicle Cosmos” fueron empalmando hit tras hit con “Sucumbir”, “Los chicos hoy saltarán a la pista”, “Superguay”, “Como un fan”, “No más Myolastán”, “Esta noche sólo cantan para mí”, “La fiesta Universal”, “Cerca de Shibuya” o su casi-eurovisivo “La revolución sexual”. Se nos hizo muy corta la hora escasa de concierto a todos los que allí aguantamos a pesar de la lluvia pero nos preparó el cuerpo para rematar la noche con Elyella que dieron al Señor Caballito DJ una lección de los que se debe de pinchar en un festival y lo que no.
Brillante fin de fiesta con algarabía de confeti como para una boda.
En cuanto al tema de los djs que amenizaban entre actuación y actuación destacar a DJ Amable de la jornada del viernes que estuvo brillantísimo en su elección de temas y L.A. Dj Set que hicieron lo propio el jueves. Lo de Caballito del sábado no tiene nombre y espero que lo tengan en cuenta para futuros festivales. Hay cosas que en un festival indie o electrónico no se pueden pinchar y este “fenómeno” las pinchó todas. Pero bueno, vamos a quedarnos con todo lo demás que nos ha dejado un muy buen sabor de boca y un mono tremendo de repetir el año que viene. Por favor, Viva Suecia!, Los Punsetes, Ojete Calor y Chvrches. No pido más. Si acaso Phoenix pero admito que puede estar complicado…


Lo mejor:
  • El buen rollito que transmiten Sidonie con el público.
  • El buen hacer de Los DelTonos en directo.
  • El vozarrón del líder de Nothing but Thieves.
  • El montaje audiovisual de Lori Meyers.
Lo peor:
  • Caballito DJ.
  • Caballito DJ.
  • Caballito DJ.

Leiva vs Iván Ferreiro: Empate técnico

La noche prometía desde el primer momento. Dos pesos pesados como el ex de Pereza y el Ex de Piratas acudían al mismo recinto y el mismo día con ganas de pelea y, como diría Leiva al público de Santander: “Vamos a aplastar la cabeza de Iván Ferreiro”. Unos minutos antes, su contrincante acabaría el concierto diciendo: ”Sería muy fácil acabar la noche con ‘Turnedo’ y vencer a Leiva de calle, pero vamos a jugar limpio porque él también podría usar el arma de ‘Lady Madrid’ contra mí”. Finalmente los dos usaron sus mejores armas para alboroto y regocijo de los allí presentes, pero no sólo esas, sino otras armas de destrucción masiva.
En el caso del vigués, comenzar con el tema que abre su último largo, “Casa, ahora vivo aquí” y acabar con el rotundo “Turnedo”. En medio ni más ni menos que “Años 80”, “El Pensamiento Circular”, “El viaje de Chihiro”, “El dormilón”, “El viaje a dondenosabidusientan”… Apenas una hora y diez minutos que supieron a muy poco a pesar de las ganas que tenía la gran mayoría del público de disfrutar de Leiva.
En el caso del madrileño, sus mejores armas fueron sacar temazos de la época Pereza como “Animales”, “Aproximación”, “ Windsor”, “Superjunkies” (Masheada con el “Loser” de Beck) y “Lady Madrid” y, en medio, tiempo para repasar sus tres álbumes en solitario, con clásicos instantáneos ya como “Terriblemente cruel” o “Miedo”, y grandes temas de su nuevo trabajo como “Guerra Mundial”, “Breaking Bad”, “Sincericidio”, “La lluvia en los zapatos” o “Electricidad”. Una hora y media larga que incluyó dos salidas de Ferreiro al escenario para apoyarle entre el delirio general.
Esperemos que conciertos así se repitan más a menudo por nuestra tierra tantos juntos como en solitario.
Lo mejor:
  • El carisma de Iván Ferreiro en directo.
  • La banda de acompañamiento de Leiva, especialmente la sección de vientos que nos ofrecieron un espectáculo paralelo al del músico con sus bailes y coreografías.
  • El buen rollismo entre ambos.
Lo peor:
  • Que “combates” así no se prodiguen más por nuestra región.
  • Que no durara más tiempo cada actuación, especialmente la de Iván Ferreiro.
  • Que no tocaran ni “Fahrenheit 451” ni “Princesas”, pero se lo perdonaremos con la promesa de que las guarden para su próxima visita.

Depeche Mode en el BBK Live 2017: Se acabó el maleficio


Como en el salón de su casa es como deben de sentirse ya Dave, Martin y Andrew cada vez que pisan el Monte Kobetas ya que es la tercera vez que lo visitan para presentar disco. La primera presentaban el bastante irregular “Sounds of the Universe” con esguince incluido para Gahan (lo que no impidió que siguiera hasta el final dando volteretas pero que malogró los siguientes bolos programados en esa gira), la segunda el bastante superior “Delta Machine”, con problemas técnicos incluidos que obligaron a repetir el tema “Precious” desde el principio, y esta tercera para iniciarnos en su entrega decimocuarta, “Spirit”.
Esta vez no hubo ni esguinces ni problemas técnicos y, por no pasar nada malo, ni llovió como estaba previsto. Bajo una escenografía del prácticamente cuarto miembro del grupo, Anton Corbijn, comenzaron abriendo boca como en sus tres últimas giras, con el tema que abre el disco que promocionan, en este caso “Going Backwards”. A partir de ahí únicamente hubo dos concesiones más para este trabajo, el primer single “Where´s the Revolution” y “Cover me”. El resto, un delirio para sus fans. Desde su clásico "Everything Counts”, que fue largamente coreado por las más de 30 mil almas que allí estábamos dándolo todo y que ya echábamos de menos en sus últimas giras, a los básicos de cualquier concierto del grupo: “Never let me down again”, “Personal Jesus”, “Walking on my shoes”, “I feel you” o la inevitable “Enjoy the silence”. Hubo momentos para la sorpresa como el rescate de “Corrupt”, la reinclusión en su setlist del “Barrel of a Gun” o, para el orgasmo festivalero, como su coreado “Stripped” y, como no, para poder disfrutar de un Martin L. Gore en estado de gracia con, para mi gusto, sus dos mejores temas como solista: “Somebody” y “Home”. Mención aparte la versión que hicieron de “In your room” (fantástico su video de acompañamiento de Corbijn), la cual nunca había podido valorar en directo antes y me sorprendió bastante la pegada que tiene en vivo.
En cuanto a Dave sí, está más mayor, está más cascado y sus volteretas infinitas agarrado al pie de micro ya no son lo infinitas que eran, pero eso no impide que su voz siga sabiendo como un buen vino ni de que ponga en el asador todo lo que sabe que esperan sus devotos, ese Dave amanerado que abre sus brazos como una grulla o que menea el trasero con ánimo lúbrico. Pocas stars pueden hacerlo con esa clase sin caer en el bochorno, si acaso Jagger o Iggy.
Los festivales es lo que tienen, que deben de plegarse los horarios al resto de grupos, con lo que llegada la hora y media larga, tocó despedirse y prepararse mentalmente para la gira que los traerá a Barcelona y Madrid de nuevo en Diciembre ya con el setlist completo y comprensiblemente con más temas del “Spirit” que los que podimos oír en Bilbao. Allí estaremos para dar fe de ello. La entrada ya está en mi mano.

 
Lo mejor: 
  • Los dos solos de Martin L Gore.
  • Descubrir que temas como “In your room” merecen estar entre lo mejor de su repertorio.
  • Comprobar que a Dave Gahan aún le quedan muchas giras.
Lo peor:
  • ¿Andy Fletcher es real o un holograma?
  • Que cada vez haya más devotos y sea más complicado pillar buen sitio.
  • Que no haya más temas pre-violator en el setlist.

BBK LIVE 2017: Su ciudad de vacaciones



El fin de semana del 6 al 8 de julio pude comprobar in situ, como vengo haciendo desde hace muchos años, algo que me atormenta, me inquieta y me perturba. El BBK Live cada vez se aleja más de la típica fórmula de festival de verano para acercarse más a una opción de ocio familiar donde lo mismo te cruzas a una pareja con un cochecito de capota gemelar (con sus críos dentro) haciendo cola en la barra, que con una panda de adolescentes viviendo en miedo constante en la cola de entrada a que alguien les pida el DNI, que con una madre y su hijo pre-comunión tumbados sobre una manta de cuadros disfrutando del concierto de Explosions in the Sky desde la hierba, que con una pareja de cuarentones muy salaos con camisetas de El Gran Lebowksi dándolo todo en Depeche Mode. Eso no quita en absoluto que la oferta sea igual o incluso mejor que otros festivales de más nombre, sino que no se reduce sólo al plano musical. Y esa es la parte más importante del atractivo del BBK Live y la que hace que cada año más gente se apunte a subir al monte Kobetas a ver Bilbao desde las alturas y disfrutar de la mejor música y del mejor ambiente.

Este año había dos cabezas de cartel de renombre como Depeche Mode y The Killers, para las jornadas del jueves y viernes respectivamente, y una jornada para el sábado llena de figuras igual no tan sonoras pero no por eso menos reconfortantes, esto es, Die Antwood, Primal Scream, Brian Wilson o Two Door Cinema Club entre otros. También se estrenaban dos nuevas zonas para los madrugadores que se hicieran con el bono para 2018: una terraza sobre el escenario principal con todo tipo de comodidades y una torre de varios pisos de altura desde donde divisar todo el recinto y con una zona chill out con jaimas a sus pies.

El jueves tras el habitual recorrido a primera hora por todos los stands de marcas comerciales con la mochila dispuesta a llenarla de camisetas, gafas de sol, parches, pins, muestras de cosmética, gorros, latas de patatas, preservativos y todo lo inimaginable al servicio de la publicidad, nos situamos en buen sitio para poder disfrutar de Depeche Mode como la ocasión merece. Eso nos impidió poder disfrutar del directo de 1975 aunque, por los comentarios que pudimos oír después, no nos perdimos nada del otro “jueves”, y si en cambio nos permitió disfrutar del contundente directo de Cage The Elephant, que, no solo convenció a sus fans, sino a todos los devotos que estábamos guardando el sitio para el plato fuerte.
A pesar de tener una carrera relativamente corta y tan solo 4 álbumes de estudio, los chicos de Kentucky dieron una lección de rock en estado puro gracias en gran parte a la labor de su vocalista Mathew Shultz que no paró un momento quieto y dio todo lo que se podía dar sobre un escenario y mucho más. Comenzando con el “Cry baby”, que abre también lo que es su último trabajo publicado, el “Tell Me I´m Pretty” de 2015, fueron regalándonos uno tras otros todos sus singles de éxito desde “In one ear” de su primer disco a “Shake me down”, “Come a Little closer”, “Cigarrette daydreams”, “Mess around” o “Trouble”. Un setlist de 14 descargas que nos dejó a todos sin aliento y con ganas de mucho más. Mathew sudó ríos hasta acabar como un Iggy Pop en sus mejores bolos y el resto de la banda no desentonó en absoluto. Ahora tocaba recuperarse de tanta actividad, recargar provisiones por turnos (no sea que algún avispado nos quitara el sitio que tanto nos había costado conseguir) y disfrutar de Depeche como si no hubiera mañana. Que vaya si lo hubo.

De Depeche Mode podéis leer crónica aparte en este mismo blog.

Pero el día no acababa ahí. Tocaba de nuevo elegir entre Spoon, Avalanches y Xoel López que compartían escenarios diferentes a la misma hora. Y sí, me pudo más el recuerdo mitificado de un antiguo concierto de Deluxe muy bien acompañado y opté por la opción menos previsible: Xoel López. Una hora escasa de concierto dieron tiempo para repasar tanto su trayectoria en el proyecto Deluxe como en su etapa como Xoel sin faltar un homenaje a su tierra, “A serea e o mariñeiro”, para la que pidió al público si le dejaban interpretar un tema en galego, ni por supuesto el tema por el que la revista Rolling Stone le incluyó en la lista de los 200 mejores temas de pop-rock en castellano: “Que no”. Por lo demás un concierto “de tránsito” para recargar fuerzas tras el delirio de Depeche Mode y la que se nos venía encima:  Justice.

Vuelta al escenario principal para disfrutar del derroche de luces y sonido de los franceses, que, con sólo tres discos y una decena de sencillos, han logrado situarse entre los primeros nombres de la música electrónica. Aparte de sus guiños al funky y a la música disco, Justice no hacen ascos a otros géneros a priori tan opuestos como el rock o incluso el heavy metal en sus riffs y samples. A pesar de un corte eléctrico a mitad del concierto que les tuvo parados cerca de un cuarto de hora y que presagiaba lo peor, supieron remontarlo y no defraudaron a nadie. “Safe and Sound”, “D.A.N.C.E.”, “Phantom”, “Civilization”, “DVNO”… Desde su primer sencillo, “Waters of Nathareth”, al último, “Alakazam!”, del infinito “Woman”, fueron cayendo sus descargas sonoras como bombas en un setlist que no difería prácticamente del que han estado usando en otros festivales como Glastonbury o el reciente Sónar. Hay quien decía entre el público, al ocurrir el fallo técnico, que, “se les había roto la cinta de tanto usarla” y quién sabe hasta qué punto hay de cierto en el hecho de la creación o no de música en directo o el llevarla “empaquetada” de casa como tantos y tantos grandes nombres de la electrónica hacen y nadie parece querer darse cuenta.

Tras una vuelta de recogida por la campa del Basoa, un club improvisado en mitad del bosque que inauguraron el año pasado y es uno de los mayores atractivos del festival, decidimos reservar fuerzas para la jornada del viernes que nos traería entre otros a Explosions in the Sky, Phoenix, Royal Blood, Coque Maya, The Killers y los más que gigantes Los Punsetes.

Antes de comenzar a desgranar el viernes tendría que hacer justicia con la organización del BBK de este año. Parece que las quejas de años anteriores, sobre todo en temas de limpieza, han hecho efecto y este año estaba todo perfecto. Los baños eran por lo general mucho mejores a otras ediciones y su limpieza podía pasar la prueba del algodón la mayor parte del día. Bravo! El tema de pagar tu vaso y llevarle a todas partes ya sabemos que no acaba de gustar a todo el mundo pero hay que reconocer que, entre bailar en una explanada limpia a otra llena de plástico hay un abismo. Y siempre te queda un vaso de recuerdo, si es que en la mochila te cabe aún sitio para meter algo más…

Otra de las novedades este año ha sido la pulsera con chip para no tener que usar dinero en metálico dentro del recinto. Con ella podías pagar desde la bebida al merchandising, la comida, las entradas para el año siguiente, unas fotos de telematón… tenías la opción de ir recargándola a medida que se iba agotando o que se hiciera automáticamente con la cantidad que le hubieras programado (un peligro llegado a determinadas horas) con lo que lo de “esta la pago yo” cobraba una nueva dimensión de deporte de riesgo, para el bolsillo de uno principalmente.

Tras el habitual recorrido a las casetas de las marcas comerciales, con la mochila virgen de polvo y paja, a ver qué sacábamos hoy (dos días estuve recenando a cuenta del stand de Pringles), nos aposentamos en el escenario Heineken para disfrutar de los atípicos Explosions In The Sky. Una hora de concierto y siete únicos temas. Es lo que tiene que la media de cada uno sea de diez minutos largos. ¿Y qué nos encontramos? Pues cuatro músicos cojonudos, un rock instrumental que no se oye a diario y mucha gente sentada o tumbada directamente sobre la hierba, que es la mejor forma de disfrutar de su música. Un amigo me comentaba que son un grupo para ponerlo en casa cuando cenas con amigos o para oírlo tumbado en el sofá y no está muy lejos de mi opinión. De cualquier forma fue una hora muy bien invertida.

Tocaba ahora reponer “fuerzas” y hacer sitio para ver a The Killers decentemente en el escenario Bilbao, lo que volvía a exigirnos un nuevo sacrificio e impedirnos en este caso poder ver a Phoenix (más allá de las pantallas gigantes que te van mostrando lo que se cuece en los otros escenarios al tiempo). En cambio, mientras la espera, pudimos disfrutar a los Fleet Foxes. La falta en sus filas de su exvocalista/percusionista Josh Tillman, ahora conocido como Father John Misty, apenas se notó y su folk, quizás una propuesta un poco desacertada para el lugar y la hora, gustó a niños y niñas que se amontonaban por toda la campa en un festival de diseños de camisetas de The Killers.

Y llegó The Killers. Y llegó el parraque colectivo. El tener una discografía tan plagada de éxitos te permite empezar un setlist donde otros lo acaban, con lo más grande. Así, sin apenas respiro, fueron encadenando para abrir boca “Mr. Brightside”, “Spaceman” y “Somebody told me”. Olé por Brandon y compañía. El resto del show no decayó y pudimos oir en vivo desde su nuevo tema “The Man” a otros clásicos de la banda como “Human”, “Read my mind” o “When you were Young” que cerró la noche bajo una intensa lluvia que no pararía ya hasta bien entrada la madrugada, e incluso hubo tiempo para el recuerdo con el “Shadowplay” de Joy Division. En cuanto al show en sí a mí al menos me dejó bastante frío. Todo muy correcto, muy bueno el juego de luces, muy bien afinado Mr Flowers, pero no sé qué tienen que no me acaban de llenar en directo. Siempre me ha parecido que Brandon Flowers hubiese querido ser Bono y se quedó en el camino y que conoce bien como tocar las teclas del negocio pero le falta alma. No sé, es una apreciación propia. Mis disculpas a sus fans acérrimos. A sus pies señores.

La siguiente etapa era decidir entre Royal Blood y Coque Malla así que picamos de los dos escenarios, porque yo he sido, soy y seré muy “ronaldero” y al Coque hay que verle sí o sí aunque sea en los bises. Y así fue.

Tras una decepción con los Royal Blood que me dejaron un poco, o bastante, descafeinado (y era la opinión general) llegamos a los bises de Coque con un “No puedo estar sin ti”, coreado por todos los que aguantábamos aún bajo la lluvia, y que ya con eso superaba de lejos lo que habíamos visto en el otro escenario.

Pero no acababan ahí las sorpresas del día. Los Punsetes serían el mejor broche para irnos al sobre con una sonrisa de oreja a oreja y el cuerpo destrozado después de darlo todo principalmente con los temas de su grandísimo último trabajo: “¡Viva!”. A quien nunca les haya visto en vivo que vaya a verlos porque no pienso hacer ningún spoiler. Go go go… y me cuentas luego.

Y llegó el tercer día y con el uno de los momentos más nostálgicos del festival, la visita de Brian Wilson, líder de los Beach Boys y uno de los mitos vivientes de la música aún en activo, a pesar de sus 75 años más o menos bien llevados. Tras acudir de la mano de un miembro de su grupo hasta sentarse junto a su piano, no se despegó de este hasta que acabó el concierto cuando volvieron para recogerlo. Con esta tesitura el tema “bises” vamos a olvidarlo claro… Hubo algunos momentos en que el público pensaba que no iba a poder aguantar el ritmo del directo (prácticamente sólo cantaba un tercio de los temas dejando los tonos más altos al hijo de otro Beach Boy original, Al Jardine, presente también en la banda) pero vaya si lo aguantó y gracias a ello la campa al completo pudo disfrutar del disco “Pet Sounds” de cabo a rabo y además un bonus de greatest hits como “California Girls”, “I get around”, “Surfer Girl”, “Don´t worry Baby”, “Help me Rhonda” o la traca final con “Good Vibrations”. Al fin pude disfrutar en vivo de su para mí (y según el propio Wilson también, ya que dijo al presentarlo que era: “la mejor canción que había escrito en su vida”) mejor tema, “God Only Knows”, versioneado y mejorado en su álbum “Tonight” del 84 por el propio Bowie.

Pero antes de Mr Wilson “y su orchestra” tuvimos la suerte o la desgracia de ver el directo de los americanos Saint Motel. Y digo la suerte o la desgracia porque nos dejó igual que cuando llegamos. Un grupo que puede tener su momento en disco pero que en directo no aporta nada más que una sonrojante pose de su líder A/J tratando de parecer Michael Hutchence y quedándose en eso, en un “querer”. Si el difunto líder de los INXS levantara la cabeza se partiría de la risa con él seguramente. Pasopalabra.

Gracias a los dioses aún quedaban gratas sorpresas este último día y los !!! eran una de ellas. Nic Offer y los suyos nos dieron una lección de funky, dance, punk, incorrección de todo tipo y pluma, mucha pluma, más que la que llevaba puesta Lina Morgan cuando bajaba las escaleras de La Latina cantando aquello de “agradecidaaaa y emocionadaaa”. Nic Offer es un show en sí mismo. Ni canta ni baila ni falta que le hace. Para eso ya tiene el poderío vocal de Shannon Funchess en sus bolos. Se dejó la voz, varios kilos de peso en sudor, la ropa para el tinte derecha y a todos los espectadores de las diez primeras filas empapados a base de restregarse con ellos todo lo que el recato de la hora del concierto permitía. Como dato curioso, acabé viendo el concierto sin sonido en las pantallas del escenario principal, mientras hacía sitio para ver a Two Door Cinema Club, y de fondo el stand de Beefeater iba pinchando temazos de Dee-Lite, Bee Gees, Bruno Mars… y estos empastaban con precisión suiza con las desenfrenadas coreografías aeróbicas de Mr. Offer, mejor incluso que su propia música.

Cae la noche y llegan los irlandeses Two Door Cinema Club. Con ellos también llegará una tromba de agua que barrerá toda la campa y que se quedará hasta bien entrada la madrugada. Un setlist bien escogido, bien ejecutado y que puso a todos sus fieles a bailar la danza de la lluvia como si no hubiese un mañana y en el que no faltaron sus éxitos “Changing of the seasons”, “Are we ready?”, “Sun” y ya cerrando el “What you know” de su segundo, y mejor disco, “Beacon”.

Tiempo de secarse lo que se puede y de quitarse el barro de encima. Dejo a los más frescos que continúen la fiesta con Primal Scream y Die Antwood y me congratulo al día siguiente al leer que ni los unos ni los otros convencieron a la mayoría. Me lo estaba oliendo…

Vuelta a casa con la sensación de haber hecho bien los deberes este año y asumiendo que no se puede abarcar más y contando ya los días para el siguiente BBK. Esta vez una semana más tarde de lo habitual. A ver si así conseguimos que no se solape con otros eventos estivales…

Lo mejor:
  • La organización de este año y la limpieza.
  • El ambiente de buen rollo que se respira todos los años.
  • Depeche Mode, Los Punsetes y Cage the Elephant.
  • Ver a !!! y al mismo tiempo oir por los monitores el sonido de Dee-Lite.
  • El fotógrafo del Correo que me sacó en la web los tres días. Un abrazo!

Lo peor:        

  • La poca sangre de Brandon Flowers en vivo.
  • El que te cobren 2,5 euros por el vaso reciclable y que al devolverle te reintegren sólo 1 euro.
  • Que el saldo sobrante de la pulsera no te lo devuelvan hasta casi un mes después y encima te cobren un euro por la transacción. Alguien se está haciendo de oro teniendo en cuenta que han acudido 112.000 personas entre las tres jornadas.
  • La vuelta a casa.