El fin de semana del 6 al 8 de julio pude comprobar
in situ, como vengo haciendo desde hace muchos años, algo que me
atormenta, me inquieta y me perturba. El BBK Live cada vez se aleja más de la
típica fórmula de festival de verano para acercarse más a una opción de ocio
familiar donde lo mismo te cruzas a una pareja con un cochecito de capota
gemelar (con sus críos dentro) haciendo cola en la barra, que con una panda de
adolescentes viviendo en miedo constante en la cola de entrada a que alguien
les pida el DNI, que con una madre y su hijo pre-comunión tumbados sobre una
manta de cuadros disfrutando del concierto de Explosions in the Sky desde la
hierba, que con una pareja de cuarentones muy salaos con camisetas de El Gran
Lebowksi dándolo todo en Depeche Mode. Eso no quita en absoluto que la oferta
sea igual o incluso mejor que otros festivales de más nombre, sino que no se
reduce sólo al plano musical. Y esa es la parte más importante del atractivo
del BBK Live y la que hace que cada año más gente se apunte a subir al monte
Kobetas a ver Bilbao desde las alturas y disfrutar de la mejor música y del
mejor ambiente.
Este año había dos cabezas de cartel de renombre
como Depeche Mode y The Killers, para las jornadas del jueves y viernes
respectivamente, y una jornada para el sábado llena de figuras igual no tan
sonoras pero no por eso menos reconfortantes, esto es, Die Antwood, Primal
Scream, Brian Wilson o Two Door Cinema Club entre otros. También se estrenaban
dos nuevas zonas para los madrugadores que se hicieran con el bono para 2018:
una terraza sobre el escenario principal con todo tipo de comodidades y una
torre de varios pisos de altura desde donde divisar todo el recinto y con una
zona chill out con jaimas a sus pies.
El jueves tras el habitual recorrido a primera hora
por todos los stands de marcas comerciales con la mochila dispuesta a llenarla
de camisetas, gafas de sol, parches, pins, muestras de cosmética, gorros, latas
de patatas, preservativos y todo lo inimaginable al servicio de la publicidad,
nos situamos en buen sitio para poder disfrutar de Depeche Mode como la ocasión
merece. Eso nos impidió poder disfrutar del directo de 1975 aunque, por los
comentarios que pudimos oír después, no nos perdimos nada del otro “jueves”, y si
en cambio nos permitió disfrutar del contundente directo de Cage The Elephant,
que, no solo convenció a sus fans, sino a todos los devotos que estábamos
guardando el sitio para el plato fuerte.
A pesar de tener una carrera
relativamente corta y tan solo 4 álbumes de estudio, los chicos de Kentucky
dieron una lección de rock en estado puro gracias en gran parte a la labor de
su vocalista Mathew Shultz que no paró un momento quieto y dio todo lo que se
podía dar sobre un escenario y mucho más. Comenzando con el “Cry baby”, que
abre también lo que es su último trabajo publicado, el “Tell Me I´m Pretty” de
2015, fueron regalándonos uno tras otros todos sus singles de éxito desde “In
one ear” de su primer disco a “Shake me down”, “Come a Little closer”,
“Cigarrette daydreams”, “Mess around” o “Trouble”. Un setlist de 14 descargas
que nos dejó a todos sin aliento y con ganas de mucho más. Mathew sudó ríos
hasta acabar como un Iggy Pop en sus mejores bolos y el resto de la banda no
desentonó en absoluto. Ahora tocaba recuperarse de tanta actividad, recargar
provisiones por turnos (no sea que algún avispado nos quitara el sitio que
tanto nos había costado conseguir) y disfrutar de Depeche como si no hubiera
mañana. Que vaya si lo hubo.
De Depeche Mode podéis leer crónica aparte en este mismo blog.
Pero el día no acababa ahí. Tocaba de nuevo elegir
entre Spoon, Avalanches y Xoel López que compartían escenarios diferentes a la
misma hora. Y sí, me pudo más el recuerdo mitificado de un antiguo concierto de
Deluxe muy bien acompañado y opté por la opción menos previsible: Xoel López.
Una hora escasa de concierto dieron tiempo para repasar tanto su trayectoria en
el proyecto Deluxe como en su etapa como Xoel sin faltar un homenaje a su
tierra, “A serea e o mariñeiro”, para la que pidió al público si le dejaban
interpretar un tema en galego, ni por supuesto el tema por el que la revista
Rolling Stone le incluyó en la lista de los 200 mejores temas de pop-rock en
castellano: “Que no”. Por lo demás un concierto “de tránsito” para recargar
fuerzas tras el delirio de Depeche Mode y la que se nos venía encima:
Justice.
Vuelta al escenario principal para disfrutar del
derroche de luces y sonido de los franceses, que, con sólo tres discos y una
decena de sencillos, han logrado situarse entre los primeros nombres de la
música electrónica. Aparte de sus guiños al funky y a la música disco, Justice
no hacen ascos a otros géneros a priori tan opuestos como el rock o incluso el
heavy metal en sus riffs y samples. A pesar de un corte eléctrico a mitad del
concierto que les tuvo parados cerca de un cuarto de hora y que presagiaba lo
peor, supieron remontarlo y no defraudaron a nadie. “Safe and Sound”, “D.A.N.C.E.”,
“Phantom”, “Civilization”, “DVNO”… Desde su primer sencillo, “Waters of
Nathareth”, al último, “Alakazam!”, del infinito “Woman”, fueron cayendo sus
descargas sonoras como bombas en un setlist que no difería prácticamente del
que han estado usando en otros festivales como Glastonbury o el reciente Sónar.
Hay quien decía entre el público, al ocurrir el fallo técnico, que, “se les
había roto la cinta de tanto usarla” y quién sabe hasta qué punto hay de cierto
en el hecho de la creación o no de música en directo o el llevarla
“empaquetada” de casa como tantos y tantos grandes nombres de la electrónica
hacen y nadie parece querer darse cuenta.
Tras una vuelta de recogida por la campa del Basoa,
un club improvisado en mitad del bosque que inauguraron el año pasado y es uno
de los mayores atractivos del festival, decidimos reservar fuerzas para la
jornada del viernes que nos traería entre otros a Explosions in the Sky,
Phoenix, Royal Blood, Coque Maya, The Killers y los más que gigantes Los Punsetes.
Antes de comenzar a desgranar el viernes tendría
que hacer justicia con la organización del BBK de este año. Parece que las
quejas de años anteriores, sobre todo en temas de limpieza, han hecho efecto y
este año estaba todo perfecto. Los baños eran por lo general mucho mejores a
otras ediciones y su limpieza podía pasar la prueba del algodón la mayor parte
del día. Bravo! El tema de pagar tu vaso y llevarle a todas partes ya sabemos
que no acaba de gustar a todo el mundo pero hay que reconocer que, entre bailar
en una explanada limpia a otra llena de plástico hay un abismo. Y siempre te
queda un vaso de recuerdo, si es que en la mochila te cabe aún sitio para meter
algo más…
Otra de las novedades este año ha sido la pulsera
con chip para no tener que usar dinero en metálico dentro del recinto. Con ella
podías pagar desde la bebida al merchandising, la comida, las entradas para el
año siguiente, unas fotos de telematón… tenías la opción de ir recargándola a
medida que se iba agotando o que se hiciera automáticamente con la cantidad que
le hubieras programado (un peligro llegado a determinadas horas) con lo que lo
de “esta la pago yo” cobraba una nueva dimensión de deporte de riesgo, para el
bolsillo de uno principalmente.
Tras el habitual recorrido a las casetas de las
marcas comerciales, con la mochila virgen de polvo y paja, a ver qué sacábamos
hoy (dos días estuve recenando a cuenta del stand de Pringles), nos aposentamos
en el escenario Heineken para disfrutar de los atípicos Explosions In The Sky.
Una hora de concierto y siete únicos temas. Es lo que tiene que la media de
cada uno sea de diez minutos largos. ¿Y qué nos encontramos? Pues cuatro
músicos cojonudos, un rock instrumental que no se oye a diario y mucha gente
sentada o tumbada directamente sobre la hierba, que es la mejor forma de
disfrutar de su música. Un amigo me comentaba que son un grupo para ponerlo en
casa cuando cenas con amigos o para oírlo tumbado en el sofá y no está muy
lejos de mi opinión. De cualquier forma fue una hora muy bien invertida.
Tocaba ahora reponer “fuerzas” y hacer sitio para
ver a The Killers decentemente en el escenario Bilbao, lo que volvía a
exigirnos un nuevo sacrificio e impedirnos en este caso poder ver a Phoenix
(más allá de las pantallas gigantes que te van mostrando lo que se cuece en los
otros escenarios al tiempo). En cambio, mientras la espera, pudimos disfrutar a
los Fleet Foxes. La falta en sus filas de su exvocalista/percusionista Josh
Tillman, ahora conocido como Father John Misty, apenas se notó y su folk,
quizás una propuesta un poco desacertada para el lugar y la hora, gustó a niños
y niñas que se amontonaban por toda la campa en un festival de diseños de
camisetas de The Killers.
Y llegó The Killers. Y llegó el parraque colectivo.
El tener una discografía tan plagada de éxitos te permite empezar un setlist
donde otros lo acaban, con lo más grande. Así, sin apenas respiro, fueron
encadenando para abrir boca “Mr. Brightside”, “Spaceman” y “Somebody told me”.
Olé por Brandon y compañía. El resto del show no decayó y pudimos oir en vivo
desde su nuevo tema “The Man” a otros clásicos de la banda como “Human”, “Read
my mind” o “When you were Young” que cerró la noche bajo una intensa lluvia que
no pararía ya hasta bien entrada la madrugada, e incluso hubo tiempo para el
recuerdo con el “Shadowplay” de Joy Division. En cuanto al show en sí a mí al
menos me dejó bastante frío. Todo muy correcto, muy bueno el juego de luces,
muy bien afinado Mr Flowers, pero no sé qué tienen que no me acaban de llenar
en directo. Siempre me ha parecido que Brandon Flowers hubiese querido ser Bono
y se quedó en el camino y que conoce bien como tocar las teclas del negocio
pero le falta alma. No sé, es una apreciación propia. Mis disculpas a sus fans
acérrimos. A sus pies señores.
La siguiente etapa era decidir entre Royal Blood y
Coque Malla así que picamos de los dos escenarios, porque yo he sido, soy y
seré muy “ronaldero” y al Coque hay que verle sí o sí aunque sea en los bises.
Y así fue.
Tras una decepción con los Royal Blood que me
dejaron un poco, o bastante, descafeinado (y era la opinión general) llegamos a
los bises de Coque con un “No puedo estar sin ti”, coreado por todos los que
aguantábamos aún bajo la lluvia, y que ya con eso superaba de lejos lo que
habíamos visto en el otro escenario.
Pero no acababan ahí las sorpresas del día. Los
Punsetes serían el mejor broche para irnos al sobre con una sonrisa de oreja a
oreja y el cuerpo destrozado después de darlo todo principalmente con los temas
de su grandísimo último trabajo: “¡Viva!”. A quien nunca les haya visto en vivo
que vaya a verlos porque no pienso hacer ningún spoiler. Go go go… y me cuentas
luego.
Y llegó el tercer día y con el uno de los momentos
más nostálgicos del festival, la visita de Brian Wilson, líder de los Beach
Boys y uno de los mitos vivientes de la música aún en activo, a pesar de sus 75
años más o menos bien llevados. Tras acudir de la mano de un miembro de su
grupo hasta sentarse junto a su piano, no se despegó de este hasta que acabó el
concierto cuando volvieron para recogerlo. Con esta tesitura el tema “bises”
vamos a olvidarlo claro… Hubo algunos momentos en que el público pensaba que no
iba a poder aguantar el ritmo del directo (prácticamente sólo cantaba un tercio
de los temas dejando los tonos más altos al hijo de otro Beach Boy original, Al
Jardine, presente también en la banda) pero vaya si lo aguantó y gracias a ello
la campa al completo pudo disfrutar del disco “Pet Sounds” de cabo a rabo y
además un bonus de greatest hits como “California Girls”, “I get around”,
“Surfer Girl”, “Don´t worry Baby”, “Help me Rhonda” o la traca final con “Good
Vibrations”. Al fin pude disfrutar en vivo de su para mí (y según el propio
Wilson también, ya que dijo al presentarlo que era: “la mejor canción que había
escrito en su vida”) mejor tema, “God Only Knows”, versioneado y mejorado en su
álbum “Tonight” del 84 por el propio Bowie.
Pero antes de Mr Wilson “y su orchestra” tuvimos la
suerte o la desgracia de ver el directo de los americanos Saint Motel. Y digo
la suerte o la desgracia porque nos dejó igual que cuando llegamos. Un grupo
que puede tener su momento en disco pero que en directo no aporta nada más que
una sonrojante pose de su líder A/J tratando de parecer Michael Hutchence y
quedándose en eso, en un “querer”. Si el difunto líder de los INXS levantara la
cabeza se partiría de la risa con él seguramente. Pasopalabra.
Gracias a los dioses aún quedaban gratas sorpresas
este último día y los !!! eran una de ellas. Nic Offer y los suyos nos dieron una
lección de funky, dance, punk, incorrección de todo tipo y pluma, mucha pluma,
más que la que llevaba puesta Lina Morgan cuando bajaba las escaleras de La
Latina cantando aquello de “agradecidaaaa y emocionadaaa”. Nic Offer es un show
en sí mismo. Ni canta ni baila ni falta que le hace. Para eso ya tiene el
poderío vocal de Shannon Funchess en sus bolos. Se dejó la voz, varios kilos de
peso en sudor, la ropa para el tinte derecha y a todos los espectadores de las
diez primeras filas empapados a base de restregarse con ellos todo lo que el
recato de la hora del concierto permitía. Como dato curioso, acabé viendo el
concierto sin sonido en las pantallas del escenario principal, mientras hacía
sitio para ver a Two Door Cinema Club, y de fondo el stand de Beefeater iba
pinchando temazos de Dee-Lite, Bee Gees, Bruno Mars… y estos empastaban con
precisión suiza con las desenfrenadas coreografías aeróbicas de Mr. Offer,
mejor incluso que su propia música.
Cae la noche y llegan los irlandeses Two Door
Cinema Club. Con ellos también llegará una tromba de agua que barrerá toda la
campa y que se quedará hasta bien entrada la madrugada. Un setlist bien
escogido, bien ejecutado y que puso a todos sus fieles a bailar la danza de la
lluvia como si no hubiese un mañana y en el que no faltaron sus éxitos
“Changing of the seasons”, “Are we ready?”, “Sun” y ya cerrando el “What you
know” de su segundo, y mejor disco, “Beacon”.
Tiempo de secarse lo que se puede y de quitarse el
barro de encima. Dejo a los más frescos que continúen la fiesta con Primal
Scream y Die Antwood y me congratulo al día siguiente al leer que ni los unos
ni los otros convencieron a la mayoría. Me lo estaba oliendo…
Vuelta a casa con la sensación de haber hecho bien
los deberes este año y asumiendo que no se puede abarcar más y contando ya los
días para el siguiente BBK. Esta vez una semana más tarde de lo habitual. A ver
si así conseguimos que no se solape con otros eventos estivales…
Lo mejor:
- La organización de este año y la limpieza.
- El ambiente de buen rollo que se respira todos los años.
- Depeche Mode, Los Punsetes y Cage the Elephant.
- Ver a !!! y al mismo tiempo oir por los monitores el sonido de Dee-Lite.
- El fotógrafo del Correo que me sacó en la web los tres días. Un abrazo!
Lo peor:
La poca sangre de Brandon Flowers en vivo.
El que te cobren 2,5 euros por el vaso reciclable y que al devolverle te reintegren sólo 1 euro.
Que el saldo sobrante de la pulsera no te lo devuelvan hasta casi un mes después y encima te cobren un euro por la transacción. Alguien se está haciendo de oro teniendo en cuenta que han acudido 112.000 personas entre las tres jornadas.
La vuelta a casa.